ENSAYO SOBRE LA TORTILLA
Pena infinita. Un plato de loza blanca o de duralex transparente con una
tortilla de un color amarillo desvaído. Tristeza absoluta. Ganas de
llorar. Comida de hospital, comida de estar solo en una habitación con
una camita de 80 con barrotes blancos y una ventana pequeña que de a un
patio donde estén las máquinas del aire acondicionado. Una tortilla
francesa es comida de supervivencia. Es una madre que está hasta los
cojones de los niños y de pensar en qué darles de comer y recurre a lo
más socorrido: de cenar tortilla francesa. Es un plato de
segunda categoría, nadie piensa en tomar tortilla francesa a la hora de
comer, ¿por qué? Porque es triste. Solo comes tortilla francesa si estas
malo de la tripa y por probar a ver si tu estómago tolera algo. Es una
buena táctica, si tu estómago tolera esa cosa tan triste y tan insípida
entonces es que te estás curando. Si comes tortilla te espera una tarde
de soledad de la mala y de pena, de darle al mando de la tele y no
encontrar nada, de leer un libro que no te gusta, de estudiar una
asignatura que te hace bostezar y a la que te has presentado 4 veces, de
una visita de compromiso. Una tarde deprimente que no arreglaras hasta
que tomes un alimento alegre, el que sea: nocilla, chorizo, bizcocho,
tostada, chocolate…cosas que hacen sonreír.
Una tortilla francesa jamás hace sonreír. Nadie hace una cena o un evento gastronómico en torno a la tortilla francesa...” vente a cenar a casa que tengo tortilla francesa”.
Eso no es una invitación, es darle a alguien una excusa para salir
corriendo. No se puede hacer una excursión gastronómica a probar
tortilla francesa, nadie hace comilonas en torno a ella. Comes tortilla
francesa y nunca dices “Estoy llenísimo”…es tan triste que ni siquiera alimenta.
Una tortilla francesa es un plato de batalla, de triste. Visualizas una
tortilla francesa y el que se la está comiendo es un triste. No provoca
una sonrisa, no hace reír, ni siquiera estimula a tus jugos gástricos.
Es comida de solterón con esquijama beige. Es comida de señora mayor con
gatos. Si eres un soltero divertido y molón…y tienes huevos en
casa...te harás un huevo frito pero jamás una tortilla. El huevo frito
mueve a la risa, al gamberreo, a mojar pan, por Dios, una tortilla
francesa desaprovecha lo mejor del huevo: la yema. Hace que el bonito
amarillo anaranjado de la yema se convierta en un amarillo desvaído, muy
poco atractivo, que no pega con nada. La tortilla francesa es un plato
de ruptura, de autocompasión, nadie cocina organiza una cena de amor en
torno a una tortilla francesa. Es mucho más romántico sentarse en
pareja a hartarse de comer queso. La tortilla francesa es para cuando
estas sintíendote tan piltrafilla humana que hasta le estás cogiendo el
gusto y dices, "y encima ceno tortilla", te parece que si te
haces un huevo frito serás menos desgraciado, soltarás alguna sonrisa y
traicionarás la autocompasión tan molona en la que estás nadando.
La tortilla francesa sabe que es triste. Mi teoría es que en un
principio se llamaba solo tortilla, pero vio que así pasaba
desapercibida y como es una snob dijo “me voy a poner algo molón, algo chic, ya lo tengo: tortilla francesa”.
Mal. Lo francés suele caer mal…a no ser que seas un queso o un
champagne...el adjetivo francés no mueve a la simpatía o el
interés...asi que asociarlo a tortilla casi empeoró la sensación.
La tortilla francesa sabe de su carencia de atractivo. Bueno, más que
pensar que es poco atractiva que sería un pensamiento humilde y ella no
tiene de eso, piensa que es el público el que no sabe apreciarla. Tiene
envidia de la tortilla de patata que es popular, dicharachera, molona y
que hace feliz, pero es demasiado perezosa para convertirse en una de
esas…así que se disfraza, se camufla. “No soy una tortilla francesa...tengo atún, tengo queso…tengo jamón”.
Ja. Sigues siendo un fraude y tampoco apeteces, aunque es verdad que
acompañada de algo ya no mueves tanto a la pena absoluta.
Una tortilla francesa da frio. Sugiere una cocina blanca, pequeña, con
poco espacio y desangelada. La tortilla francesa pega con el medio
limón, el yogur caducado y la tónica a medias de una nevera vacía. La
tortilla de patata sin embargo da calor, sugiere espacio para cocinar,
tiempo en la cocina, calorcito. Es acogedora, sabes que después de
comerla te sentirás mejor, serás mejor persona. La tortilla francesa sin
embargo es distante y nada reconfortante, sabes que después de comerla
seguirás teniendo hambre y lo que es peor habrás desaprovechado un
huevo.
A veces como tortilla francesa. Siempre en domingo. Sólo si he comprado
un buen pan, con el pan tostado, empapado de tomate y con jamón del
bueno. Sólo entonces y después de haber tenido el bocadillo envuelto en
papel de aluminio un ratito, tolero la tortilla francesa. Con este
método, la tortilla ha sudado, se le han bajado los humos, se ha vuelto
comida de batalla, no la veo mientras me la como y por lo menos provoca
una sonrisa y llena. " ¡ Qué buen bocata me he comido! "
http://www.cosasqmepasan.com
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